-Activistas señalan que la FAO está secuestrada por la agroindustria.
-En la mira la próxima Cumbre de la ONU sobre Sistemas Alimentarios.
El pasado 2 de octubre, el director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu, anunció la alianza con CropLife Internacional, para “promover la transformación de los sistemas alimentarios y promover el desarrollo rural a través de inversiones e innovación sobre el terreno”.
Sin mayor información proporcionada por el organismos internacional, ya cientos de organizaciones, colectivos, movimientos rurales y campesinos de todo el mundo, así como miembros de la comunidad científica se han declarado en contra de la alianza con el conglomerado global de empresas agroquímicas más grandes del mundo, que producen y promueven plaguicidas altamente peligrosos bajo el titulo de ‘biotecnología’. Muchos ven en esta alianza un intento por legitimar los transgénicos como solución al hambre y la crisis climática.
"Necesitamos muchos sistemas alimentarios locales diversos y agroecológicos, y no rehacer y ampliar el sistema alimentario mundial de las empresas, denuncian las organizaciones campesinas de todo el mundo", Vía Campesina Internacional.
Las organizaciones internacionales Vía Campesina (LVC), Food Firts Information and Action Network (FIAN) y el Centro Europa-Tercer Mundo (CETIM) expresaron ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU su preocupación sobre la “captura” por los ‘lobbies’ del agronegocio de la próxima Cumbre de la ONU sobre Sistemas Alimentarios (UNFSS21) a realizarse en septiembre en Nueva York.
En el documento ¡Una cumbre bajo asedio! LVC denuncia que la Secretaría de la Cumbre no convocó ni se acercó oportunamente a los movimientos o plataformas sociales organizadas que antes habían trabajado colaborativamente en otras cumbres (1996 y 2002), ni a productores de pequeña escala, indígenas o rurales. En cambio, se asoció al Foro Económico Mundial y optó por seleccionar a participantes que no tienen experiencia en temas de producción de alimentos.
El objetivo de esta estrategia es claro: asegurarse que los debates se focalicen “únicamente en el enfoque de soluciones de mercado para los sistemas alimentarios, ignorando soluciones propuestas por sistemas campesinos, como la agroecología”, señaló la representante de LVC, Perla Álvarez, durante la Asamblea plenaria del 46º periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas realizado el pasado 2 de marzo.
Ya el pasado 25 de febrero, más de 300 organizaciones, movimientos y colectivos de pueblos indígenas vinculados al campo y la agroproducción de alimentos publicaron una carta donde explican su preocupación sobre su vinculación con CropLife International (CLI), al tiempo que solicitan una reunión con el Director General de FAO.
En su carta, los firmantes señalan que más de un tercio (35%) de las ventas que realizan los miembros de CropLife (BASF, Bayer Crop Science, Corteva Agriscience, FMC y Syngenta) corresponden a los plaguicidas altamente peligrosos (PAP o HHPs or sus siglas en inglés) que plantean los mayores riesgos para la salud o el medioambiente, en especial en los países en vías de desarrollo, donde las reglamentaciones son más débiles.
También alrededor de 250 científicos y académicos de todo el mundo escribieron al Director General de la FAO expresando preocupaciones similares. A la fecha ninguna solicitud de diálogo ha sido atendida.
Un estudio reciente estima que cada año se producen 385 millones de casos de envenenamiento agudo, una cifra muy superior a los 25 millones de casos registrados en 1990. Esto significa que alrededor del 44% de la población que trabaja en la agricultura en todo el mundo –860 millones de agricultores y trabajadores del campo– son envenenados cada año por un sector industrial dominado por los miembros de CropLife. De este modo, resulta inverosímil para los campesinos y agricultores alternativos imaginar cómo los “objetivos de respaldar la producción agrícola sostenible, conservar la biodiversidad y la salud humana de la FAO, pueden alcanzarse mediante una alianza con CropLife International, especialmente cuando no existen garantías para evitar conflictos de intereses”.
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