En verdad, los pequeños cambios que hacemos en nuestra cotidianidad (casa, oficina, escuela) ¿impactan de alguna forma en otras escalas? Pues sí, aunque no lo creas esas pequeñas acciones sí impactan en diferentes niveles que van de lo estrictamente local a lo global.
Decidir instalar tu propio huerto urbano, plantar un árbol, mejorar tu jardín o incrementar el número de macetas puede ayudar a crear microclimas, humedecer el ambiente y reducir las islas de calor. Si por el contrario, optas por consumir productos ecológicos los hay para toda la limpieza del hogar que reducen el consumo del agua puesto que no generan demasiada espuma, además hay productos de belleza y tintes para el cabello orgánicos, ropa elaborada con textiles y tintes naturales, o contenedores de basura de cartón, lo cual ayuda a reducir el consumo de plástico y envases.
Otro tipo de acciones que tienen implicaciones globales es algo tan cotidiano cómo adquirir tus alimentos en los mercados del barrio y de producción local. Si compras alimentos procedentes de la agricultura intensiva practicada en un país lejano estarás contribuyendo a la emisión de gases contaminantes.
En resumen, la idea es tomar conciencia de que todo lo que hacemos, aunque parezca algo insignificante, en realidad tiene implicaciones de gran importancia. Siempre es buen momento para empezar a labrar un estilo de vida en el cual prevalezca el bienestar, respeto, sustentabilidad y responsabilidad de nuestra comunidad. ¡Así que para hoy es tarde!