Las toallitas húmedas son una adicción, ya sean desmaquillantes, de bebé, para la cocina, para el baño, para las pantallas de nuestros smartphones y computadoras, etc., pero el impacto que tienen en el ambiente es muy dañino. Independientemente de que muchas son arrojadas al drenaje, la mayoría de ellas están hechas de fibras plásticas no biodegradables y todas sin excepción, tiene algún porcentaje de fibras sintéticas en su composición.
Las toallitas húmedas son artículos de un sólo uso que cada vez tienen un mayor impacto negativo en los ecosistemas terrestres y marinos, principalmente las presentaciones individuales.
Algunas ciudades ya están estudiando su impacto económico y ambiental. Por ejemplo, el Departamento de Medio Ambiente de Nueva York reportó que en cinco años ha gastado más de 18 millones de dólares en resolver problemas en sus plantas de tratamiento de aguas derivados de estas toallitas, mientras que en Europa el informe Toilets are not a bin! elaborado por la Federación Europea de Asociaciones Nacionales de Suministradores de Agua Potable (EurEau) ha señalado a estos productos como los enemigos en la gestión de aguas residuales. Las autoridades de saneamiento de agua de España estiman que al año una persona desecha aproximadamente 10 kilos de toallitas y su inadecuado desecho provoca un incremento del 18% en el costo de mantenimiento de los sistemas de drenaje. En las playas de Inglaterra se ha observado un incremento del 50% de toallitas usadas en la línea costera.
La limpieza que hacen las toallitas húmedas es superficial, en la mayoría de los casos no son suficientes para eliminar a profundidad la suciedad o maquillaje, sobre todo a nivel de poros, por eso lo más recomendable es lavar con agua y jabón.
Lo sabemos, las toallitas son muy cómodas y prácticas, pero recordemos que lo fácil nos sale muy caro a la larga y éste es un claro ejemplo de ello. Siempre hay alternativas, usar pañuelos húmedos, papel higiénico o simplemente lavar con agua y jabon ayudaría mucho a reducir este problema.