Uno de los principales impulsores del cambio costero y las inundaciones es el aumento en la fuerza del oleaje, a medida que aumenta la energía de las olas sus efectos pueden ser más destructivos. Adicional a esto, se suma el aumento en la altura de las olas registrado en las últimas décadas, particularmente en las latitudes altas de ambos hemisferios.
Por ello, científicos de la Universidad de California, en colaboración con la Universidad de Cantabria, han estudiado la energía contenida en el oleaje que se transmite desde el viento y se transforma en movimiento ondulatorio. Esta métrica, llamada potencia de onda, ha aumentado en asociación directa con el calentamiento histórico de la superficie del océano, de tendencia creciente. Además, ha influido en los patrones de viento a nivel mundial, y esto, a su vez, está haciendo que las olas del océano sean más fuertes y devastadoras.
La temporada de huracanes de 2017 en el Caribe fue un duro recordatorio del poder destructivo de las olas y de los impactos económicos de las tormentas costeras.
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