En Europa Central, empresas están talando bosques y, en ocasiones, triturando árboles centenarios con el pretexto de la energía renovable.
Sarah Hurtes y Weiyi Cai*
En lo profundo de uno de los bosques protegidos más antiguos de Europa, trabajadores cargaban troncos recién cortados en un camión de plataforma. Se dirigían a una fábrica que produce pellets de madera para alimentar la creciente demanda de energía de Europa.
En toda Europa Central, compañías están talando bosques y, en ocasiones, triturando árboles centenarios con el pretexto de la energía renovable. Todo esto es legal. De hecho, es fomentado por subsidios gubernamentales destinados a ayudar a la Unión Europea a alcanzar sus objetivos de energía renovable. Cuando el bloque comenzó a subsidiar la quema de madera hace más de una década, fue visto como un impulso rápido para el combustible renovable y un incentivo para alejar a los hogares y las centrales eléctricas del carbón y el gas.
Las astillas y los pellets eran comercializados como una forma de convertir los desechos de aserrín en energía verde.
Los subsidios dieron lugar a un mercado en auge, al grado que ahora la madera es la fuente más grande de energía renovable de Europa.
La madera califica como energía renovable, con base en la lógica de que los árboles vuelven a crecer.
Pero hoy, a medida que aumenta la demanda en medio de una crisis energética rusa, se están talando árboles completos para obtener energía. Y cada vez hay más pruebas de que la apuesta de Europa por la madera para abordar el cambio climático no ha redituado. Los bosques de Finlandia y Estonia, alguna vez fueron considerados activos clave para reducir el carbono del aire, ahora son la fuente de tanta explotación forestal que científicos del Gobierno los consideran emisores de carbono. Hungría eliminó las reglas de conservación el mes pasado para permitir una mayor tala en bosques primarios. Y mientras que las naciones europeas pueden contar con la energía de la madera para sus objetivos de energía limpia, la agencia de investigación científica de la Unión Europea reportó el año pasado que la quema de madera liberaba más dióxido de carbono que los combustibles fósiles.
"La gente compra pellets de madera pensando que son la opción sustentable, pero, en realidad, están impulsando la destrucción de los últimos bosques silvestres de Europa", dijo David Gehl, de la Agencia de Investigación Ambiental, un grupo de defensa con sede en Washington que ha estudiado el uso de la madera en Europa Central.
Industria poderosa
La industria se ha vuelto tan grande que los investigadores no pueden seguirle el paso. Investigaciones oficiales de la UE no pudieron identificar el origen de 120 millones de toneladas de madera utilizadas en el Continente el año pasado.
Los investigadores dicen que la mayor parte probablemente fue quemada para calefacción y electricidad.
El Parlamento Europeo acaba de votar para eliminar la mayoría de los subsidios a la industria y prohibir que los países quemen árboles enteros para cumplir con sus objetivos de energía limpia. Sólo la energía procedente de residuos de madera como el aserrín calificará como renovable y, por lo tanto, será elegible para subsidios.
Varios gobiernos europeos señalan que ahora no es el momento de entrometerse en una importante industria energética, cuando los suministros de gas y petróleo rusos están en riesgo. Documentos internos muestran que los países de Europa Central y los países nórdicos, en particular, presionaron mucho para mantener vivos los subsidios a la madera.
El debate es un ejemplo de uno de los retos centrales que enfrentan los gobiernos para equilibrar la urgencia del cambio climático con la necesidad inmediata de empleos, energía y estabilidad económica.
La Unión Europea ha exigido a los países que cumplan objetivos agresivos de energía renovable.
En el 2018, la última vez que se sometieron a votación los subsidios, casi 800 científicos firmaron una carta instando a los legisladores a dejar de tratar los árboles talados como una fuente de energía verde.
Los árboles se pueden replantar, pero un bosque en crecimiento puede tardar generaciones en reabsorber el dióxido de carbono de la madera quemada.
"El uso de madera cosechada deliberadamente para la quema aumentará el carbono en la atmósfera y el calentamiento durante décadas o siglos", escribieron los científicos.
Expertos de la Agencia de Investigación Ambiental, trabajando con conservacionistas forestales, han pasado casi un año recorriendo algunos de los bosques más antiguos del Continente y colocando dispositivos de rastreo en los árboles.
Han recopilado datos de ubicación de camiones gubernamentales y rastreado árboles desde parques naturales y áreas de conservación hasta aserraderos. Han vinculado a leñadores con empresas que comercializan pellets de madera como combustible neutro en carbono.
Descubrieron que el saqueo de los últimos bosques silvestres en pie de Europa para hacer pellets se ha convertido en una práctica generalizada en Europa Central. The New York Times complementó los datos del grupo con registros disponibles públicamente. Una reportera y una fotógrafa pasaron cuatro días caminando por los bosques de Rumania, que representan dos tercios de los bosques vírgenes de la Unión Europea. Allí, documentaron la tala rasa y siguieron camiones desde bosques ecológicamente sensibles. Aunque la tala no está prohibida en los bosques protegidos de Europa, los gobiernos están obligados a realizar evaluaciones ambientales para garantizar la conservación de la tierra. Pero los expertos dicen que esas evaluaciones son poco comunes. Recientemente, en la Montaña Ceahlau en Rumania, un rastro de restos de madera era visible desde 670 metros de altura, una cicatriz en uno de los últimos bosques primarios de Europa donde alguna vez se alzaban árboles de 200 años. Más abajo de la montaña, se cargaban troncos en un camión con la marca Ameco, uno de los mayores productores de pellets de Rumania. La producción de pellets ofrece la posibilidad de utilizar residuos de la agricultura y la silvicultura , dice la compañía en su sitio web. Sus sacos de pellets están etiquetados como procedentes exclusivamente de aserrín y astillas de madera. Las periodistas del NYT vieron cómo árboles de los bosques protegidos de Rumania eran introducidos en las trituradoras de Ameco. En un correo electrónico, un gerente de ventas de Ameco negó que la empresa talara bosques ecológicamente sensibles. Cuando el NYT respondió que las reporteras habían visto seis camiones cargados desde estos sitios y que los propios datos de embarques de Ameco mostraban cientos más, un segundo representante de la compañía respondió, reconociendo los envíos, pero diciendo que todos eran legales. Datos de la Agencia de Investigación Ambiental muestran que la mayoría de las principales plantas de pellets en Rumania ha recibido troncos enteros de bosques protegidos. El grupo calculó que alrededor de un tercio de los envíos de madera a estas fábricas se originaron en áreas protegidas. "Una vez que cortas estos árboles viejos, degradas ecosistemas que tardaron siglos en formarse con poca intervención humana", dijo Dan-Catalin Turiga, ingeniero forestal. Se supone que los propietarios de bosques, estatales o privados, deben reemplazar los árboles talados con otros nuevos en un lapso de dos años para ayudar a equilibrar el ciclo del carbono. Pero grupos ecologistas han demostrado que esto no siempre se hace. Las periodistas del NYT vieron amplias franjas de tierra que habían sido registradas como taladas hace años, sin embargo, no se hizo ninguna reforestación. Las reporteras también vieron un camión no registrado que transportaba madera, el tipo de tala que ayuda a explicar por qué los investigadores europeos no pueden identificar la fuente de tanta madera. La Agencia de Investigación Ambiental encontró repetidos ejemplos de envíos no registrados. La Agencia rastreó troncos desde bosques de importancia ecológica hasta 10 fábricas de pellets y tres centrales eléctricas en Rumania, Bulgaria, Eslovaquia y Polonia.
Bioenergy Europe, una asociación comercial, dijo que los problemas eran escasos. Cuando se cosecha de manera correcta y sustentable, la madera sigue siendo importante en un momento en que Europa está desesperada por encontrar fuentes de energía renovables domésticas, indicó Irene di Padua, directora de políticas de la asociación. La agrupación se opone a recortar los subsidios o cambiar la forma en que se define a la energía limpia. Si la Unión Europea ya no considera que la energía de la quema de madera es neutra en carbono, inmediatamente haría que muchos países perdieran el rumbo para alcanzar los objetivos de energía renovable. Eso tiene consecuencias importantes para países como Italia, el mayor consumidor de pellets de madera del Continente. Más de un tercio de su energía renovable proviene de la quema de material vegetal. Durante años, el Gobierno italiano ha ofrecido deducciones fiscales para fomentar la compra de estufas de pellets. Otros países tienen exenciones fiscales similares, junto con incentivos financieros para los productores de madera. Esos incentivos podrían ser ilegales si la nueva propuesta entra en vigor. Los detalles aún deben resolverse en las negociaciones con los gobiernos nacionales. Los gobiernos de Alemania, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo señalaron su apoyo para poner fin a los subsidios. Otros países permanecieron mayormente en silencio. Entre los grupos ambientalistas, incluso los partidarios más estridentes del cambio de reglas reconocen que la crisis energética rusa volvió a la política todo un reto.
“La gente compra pellets de madera pensando que son la opción más sustentable, pero en realidad, están impulsando la destrucción de los últimos bosques silvestres de Europa”, señaló David Gehl de la Agencia de Investigación Ambiental, grupo de defensa con sede en Washington que ha estudiado el uso de la madera en Europa Central.
*Artículo publicado en Reforma el 17 septiembre 2022, Sarah Hurtes y Weiyi Cai*
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