-Polen y CO2 hacen una pareja estupenda a costa de nuestra salud
-La población alérgica incrementa en el mundo, para el 2050 será el 50% de la población.
Es hermoso ver las calles de la ciudad llenas de flores, color y aromas que se iluminan suavemente con la luz del sol, ¡bendita primavera! Sin embargo -como todo en la vida-, existe su lado negativo: la estación polínica.
Se llama así a la temporada de secas (entre noviembre y abril) cuando se registra una mayor cantidad de polen en el aire, por tanto, se incrementan las alergias. Esta etapa se agrava considerablemente por la contaminación atmosférica: el polen y el CO2, hacen una pareja estupenda, se adhieren como novios recientes y, sin presencia de extraños que rompan su unión (como el viento o la lluvia), se la pasan pululando por toda la ciudad y a toda hora.
Peor aún en zonas urbanas cercanas a vías rápidas como periféricos o autopistas, ahí las plantas, sometidas a condiciones extremas, para sobrevivir han modificado su metabolismo produciendo unas proteínas nuevas llamadas “proteínas de estrés” que aumentan la capacidad de desencadenar alergias en personas más sensibles, como las que padecen asma o presentan otros problemas respiratorios.
La Red Mexicana de Aerobiología (REMA) de la UNAM, que estudia los aeroalérgenos que causan las alergias en el país, señala que bastan entre 3 y 50 granos de polen para generar una alergia, según la sensibilidad de cada persona. En los monitoreos que realiza en la ciudad de México para elaborar el Índice Polínico Anual, sus investigadores han encontrado zonas con altas concentraciones de polen con hasta 3,500 granos por metro cúbico de aire, como son las alcaldías Miguel Hidalgo y Coyoacán.
Entre otras, acciones, los biólogos sugieren diversificar la reforestación en la ciudad, utilizar otras especies arbóreas, ya que tan solo en el Bosque de Chapultepec hay casi 8,600 fresnos y 7,000 en Ciudad Universitaria.
Fresnos (Fraxinus) y encinos son los árboles que poseen una elevada capacidad alergénica. La Red Mexicana de Aerobiología (REMA) ha diseñado un semáforo de concentración de polen para la Ciudad de México. Imagen de fresnos en floración.
Alergia, gripa o COVID-19
De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de Alergia (WAO), en el 2000 el 25% de la población mundial padecía alergias, para el 2020 el porcentaje ascendió al 35% y cálculos indican que para el 2050 la cifra será del 50%.
Aunque similares, los síntomas entre una y otra enfermedad sí son diferentes, sobretodo por la persistencia. Las alergias se detectan por el clásico ‘picor’ en ojos, nariz o garganta, en algunos casos con secreción de mucosas fuera de lo normal, seguido de estornudos y urticaria. En casos graves se presenta dificultad para respirar por la inflamación de bronquios.
Al paso de los días, dependiendo de cómo evolucione la sintomatología sabremos si es una u otra. Si sigue la mucosidad y el picor en determinadas horas del día, seguramente será la alergia, sin embargo nada mejor que hacerse una prueba diagnóstica.
El polen es materia de estudio
La palinología es una disciplina de la botánica que se encarga de estudiar, clasificar y describir los granos de polen y las esporas. Su estudio es muy importante para la salud, por ejemplo para identificar alergias como la rinitis, dermatitis o conjuntivitis, o para la agricultura al mejorar la calidad de ciertas mieles o para la reproducción de plantas en peligro de extinción.
En México su campo de estudio es enorme, ya que nuestro país posee alrededor de 30 mil plantas con flor, entre árboles, arbustos y malezas. En términos médicos (alergología) también hay muchas oportunidades para la investigación ya que el 6% de la población nacional padece alergias vinculadas al polen. En la Palinoteca de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional (ENCB) se resguarda la colección más grande del país, aunque sólo es la tercera parte de las plantas que se conocen.
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