Recordemos los hechos: el pasado 15 de abril del 2019 se incendió la Catedral de Notre Dame en París, Francia, catalogada como Patrimonio Mundial de la UNESCO.
La Catedral de Notre Dame es un símbolo cultural, religioso y nacional de Francia, con más de 850 años de historia, representa un ícono del movimiento gótico de la arquitectura europea del siglo XII.
El accidente, del cual aún no se sabe qué lo causó, conmocionó al mundo. Ver caer la enorme aguja de más de 90 metros de largo de la cúpula fue como ver morir a un ser querido; sí todo mundo quedó en shock.
Investigaciones recientes señalan que la contaminación, la lluvia ácida y la calidad de la piedra utilizada durante la restauración realizada en el siglo XIX debilitaron la infraestructura de la catedral, comprometiéndola seriamente ante accidentes como el incendio del 15 de abril del 2019.
Rápidamente fluyeron las donaciones para su reconstrucción, recaudando poco más de 800 millones de euros. La restauración está programada para iniciar en el segundo semestre de este año y concluirla en el 2024.
Robles bicentenarios para la reconstrucción
Para la restauración se requerirán al menos mil robles bicentenarios del Bosque de Bercé, ubicado a 200 kilómetros de París. Se requiere específicamente este árbol porque su madera es muy dura, justo lo que necesitan para rehacer la famosa aguja de la catedral y el techo, respetando así el diseño original. La mitad de los robles provendrán de bosques públicos, el resto de donaciones de bosques privados y algunos más de otros países.
Se propusieron alternativas más modernas y ligeras, incluso se anunció un concurso internacional de arquitectos para reconstruir y reinventar la catedral acorde a técnicas y materiales más modernos, pero así como son apegados a su tradición histórica y cultural, más del 55% de los franceses rechazaron toda modernización.
A pesar de la oposición de más de 40 mil franceses y activistas de otros países, ya fueron talados los primeros ocho árboles, los cuales permanecen apilados para que se sequen y puedan ser usados. De acuerdo con cálculos de la primera construcción (en el siglo XIX) se necesitarían 21 hectáreas de robles para construir la estructura. Y no cualquier árbol, deben ser rectos de entre 8 y 14 metros de altura y entre 50 y 90 cm de diámetro.
En una ceremonia muy formal para talar los primeros robles, la Ministra de Cultura, Roselyne Bachelot, señaló que los árboles seleccionados fueron árboles de más de 20 metros de altura y un metro de diámetro; mientras que el Ministro de Agricultura de Francia, Julien Denormandie, señaló que “Notre Dame es un símbolo de nuestro pasado, muestra hasta qué punto los bosques hacen historia contemporánea. Es un esfuerzo necesario”.
Para calmar los ánimos de la población en contra de la tala, la Oficina Nacional Forestal (ONF) comunicó que los mil árboles que re requieren talar representan el 0.1% de la tala anual de madera de roble destinada a la construcción o elaboración de muebles.
¿Se trata de un ecocidio?
El ingeniero forestal y ahora famoso escritor, Peter Wohlleben, ha explicado en innumerables entrevistas, a raíz de su éxitoso libro La vida Secreta de los árboles, que los bosques por sí mismos no requieren la intervención humana, se las arreglan solos.
La gestión o manejo forestal se requiere, principalmente, para plantaciones forestales o bosques con algún fin comercial. Sin embargo señala, “existen alternativas a la ‘explotación’ tradicional, se puede realizar una gestión amigable con el bosque, donde se permita a los árboles satisfacer sus necesidades biológicas a su tiempo, los árboles deberían crecer lentamente y a algunos se les debería dejar envejecer con dignidad y morir de muerte natural”, explica.
En este sentido, para los expertos en silvicultura, como es el Consejo Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CMSS), la gestión sustentable de los bosques ayuda a mejorar la funcionalidad de los territorios, conservar los recursos naturales y reactivar las economías locales.
La silvicultura, es la ciencia que estudia las actividades relacionadas con el cultivo, cuidado y aprovechamiento de los bosques. Emergió como disciplina científica a finales del siglo XVII, cuando Alemania fundó la primera escuela de ingeniería forestal. En la imagen el famoso bosque circular de Miyazaki, Japón, un proyecto experimental de silvicultura que empezó en 1973 plantando intencionalmente árboles ‘Sugi’ o cedro japonés, de manera circular con la finalidad de crear estos paisajes sólo apreciables desde las alturas.
Los bosques son ecosistemas vivos, donde los árboles viven, se enferman y mueren en un ciclo natural. Los árboles deben regenerarse para mantener sano ese ecosistema y desde este punto de vista, el manejo de los bosques con fines productivos o de comercialización es una práctica común, pero ésta debe hacer de manera sustentable, con métodos que permitan al bosque regenerarse naturalmente, con diversidad de especies y dando el tiempo suficiente de desarrollo para que los árboles puedan brindar los servicios ecosistémicos adecuados, como es la captura de CO2 .
Entonces, la respuesta a la pregunta que da titulo a este artículo, es compleja. No se puede decir un simple sí o no.
Empecemos por decir que nunca estaremos a favor de la destrucción de un bosque, del monocultivo o de la introducción de especies nativas, por el contrario sí estamos a favor de la gestión sustentable de los mismos, sí a favor de la silvicultura sustentable o ‘amigable’ como señala Wohlleben, sí a favor de la diversidad arbórea y sí a favor de una relación armónica y respetuosa con los árboles que los valore más allá de su ‘funcionalidad’.
La utilización de más de mil robles centenarios debería ser compensada con la plantación y mantenimiento de una cifra superior de la misma especie y otras tantas nativas, además de ‘aprovechar el momento histórico’ para invertir más recursos a los planes de manejo forestal. Los bosques del mundo lo requieren urgentemente.
Dato extra
Para colaborar en la restauración de la Catedral de Notre Dame, la organización civil Friends of Notre Dame, lanzó una campaña para ‘adoptar’ una gárgola, algún demonio, santo o pintura de la catedral. Con este patrocinio, se espera que para el 2024, año de su posible reinauguración, la catedral esté en las mismas condiciones de antes del incendio.
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